Muchos lugares del continente luchan contra el exceso de turismo, pero estos sitios poco conocidos están esperando a que los explores.
Ya has visitado los clásicos: las capitales, los lugares virales de TikTok, las ciudades con su propio programa de Netflix… Y no nos malinterpretéis, nos encantan los clásicos, pero hay un inconveniente en estos destinos de viaje grandes, bulliciosos y dignos de una lista. Si alguna vez has guardado una hora de cola para una pastelería, te has gastado el presupuesto del día en un café o has reservado un museo con tres meses de antelación, lo sabrás tan bien como nosotros: son las aglomeraciones.
Lo cierto es que los autóctonos tampoco están contentos. Este verano se han producido una serie de manifestaciones contra el turismo en los principales puntos de interés europeos, al llegar a un punto crítico después de años de masificación turística; Ámsterdam se ha puesto dura con los nuevos hoteles y Venecia está preparada para duplicar su tasa turística en el 2025 (como Barcelona, que también podría hacerlo). De modo que nunca ha habido un mejor momento para pensar fuera de la caja a la hora de planificar los viajes, sobre todo cuando hay tantos sitios olvidados increíbles.
Desde escapadas urbanas llenas de cultura hasta parques nacionales desconocidos, estos destinos tienen todo lo que deseáis para vuestras próximas vacaciones, con la ventaja adicional de que habrá mucha menos gente yendo a los mismos lugares. Si viajáis con un presupuesto limitado, buscáis tranquilidad o simplemente estáis desesperados por probar un lugar nuevo, estos son los lugares más infravalorados para visitar en Europa en este momento, seleccionados a mano por la red de redactores de Time Out.
Destinos más infravalorados de Europa
1. Ulcinj, Montenegro
Foto: Shutterstock
La espectacular costa de Montenegro por fin está recibiendo la atención que merece, y las calles de Kotor, Budva y el resto ahora están llenas durante el verano. ¿Ulcinj? No tanto, pero no siempre será así. Situado en el extremo sur del país, Ulcinj es el centro de la cultura albanesa en Montenegro y ofrece un ambiente diferente a los lugares más famosos del norte. Su casco antiguo es, sin duda alguna, el más espectacular del país, y sus playas proporcionan emoción y serenidad en la misma medida.
Sugerencia: Para disfrutar de una auténtica cata de la cultura de los cafés de Ulcinj, id al Kino Cafe, siempre está ocupada y muy concurrida.
2. Aarhus, Dinamarca
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La segunda ciudad de Dinamarca es una pequeña villa universitaria de Jutlandia con calles adoquinadas, café de clase mundial y una visión positiva y ‘hygge’ de la vida; los daneses la conocen como “la ciudad de las sonrisas” y este año fue nombrada la ciudad más feliz del mundo. Encontraréis moda colorista (al menos en comparación con Copenhague, monocromática), una galería de arte estelar, ARoS, rematada por un arco iris por donde se puede pasear. Sumergíos en sus piscinas de diseño ubicadas en el moderno puerto de Aarhus Ø, tanto en invierno como en verano, comed en la calle y tomad cócteles y champán en el nuevo Banken Food Hall, subid a las montañas rusas del mini parque temático Tivoli Friheden y alojaos en el emblemático y exuberante Hotel Royal.
3. Gerês, Portugal
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El precioso y casi completamente intacto el Parque Nacional de Peneda-Gerês en el norte de Portugal, forma parte de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera de la UNESCO, una organización destinada a proteger, mejorar y promover el patrimonio natural de las regiones del mundo. El parque acoge miles de especies animales, como ponis salvajes de Garrano, lobos y aves rapaces. Con aguas cristalinas que invitan a los visitantes a bañarse durante los meses más cálidos, pueblos remotos habitados por amables autóctonos y algunos de los mejores restaurantes de la región donde la cocina tradicional se prepara con productos locales, este bonito rincón de Portugal es el sitio perfecto para explorar, ya sea para una escapada de fin de semana o una visita más larga.
4. Gozo, Malta
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Para ser una isla pequeña, Malta tiene una gran cantidad de historia (desde el período neolítico), cultura (organizó un festival de arte gigantesco a principios de año) y cocina (el vino es espectacular). Pero, ¿sabíais que Malta es en realidad un archipiélago que incluye dos islas más pequeñas? Bien, vale la pena visitarlas: la segunda isla más grande de Gozo fue la más destacada de mi viaje. Dirigíos a la ciudad de Victoria para visitar la Ciutadella impecablemente restaurada, antes de deteneros a comer en Peppina, un excelente restaurante vegetariano de platos pequeños con una terraza para tomar el sol y un vino local refrescante; vale la pena el trayecto en ferry.
5. Vestmannaeyjar, Islandia
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Reikiavik es fantástico, pero, ¿qué os parece esto? A tres horas en coche hasta Landeyjahöfn y un viaje en ferry de 45 minutos (con unas vistas del acantilado bastante notables), llegaréis a Vestmannaeyjar, un archipiélago con una población de 4.000 habitantes, y probablemente el secreto mejor guardado de Islandia. Aquí podréis ver desde una lancha las cuevas de la isla (y ver de cerca la famosa roca del elefante), alquilar una bicicleta de montaña para explorar sus volcanes y conocer la erupción de Eldfell en el museo de Eldheimar. Pero también tiene algunos de los mejores manjares del país: aseguraros de reservar una mesa en Slippurin, un restaurante de cocina buenísima y centrado en los ingredientes locales y la sostenibilidad.
Consejo Time Out: La ruta corta del ferry funciona entre junio y septiembre, que también se alinea con la temporada alta de frailecillos, que se pasean libremente a vuestros pies.
6. Plovdiv, Bulgaria
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Está claro que los búlgaros no subestiman la encantadora Plovdiv, pero parece que todavía no se encuentra en el punto de mira de las aventuras europeas. No hay ninguna razón para que la segunda ciudad más grande de Bulgaria no esté en vuestro radar; el abanico de atracciones y curiosidades históricas es notable y la escena gastronómica de la ciudad es una de las más emocionantes de esta parte del continente. El casco antiguo de Plovdiv es el protagonista indiscutible, un laberinto de calles de adoquines increíblemente bonito y con historias en cada esquina, mientras que el Teatro Romano de Philippopolis está totalmente conservado y se alza orgulloso sobre la ciudad. Las vistas son espectaculares.
Consejo Time Out: Combinando una arquitectura preciosa con una alegre voluntad de experimentar, la Casa de la Destilación ofrece degustaciones de licores que no encontraréis en ningún otro sitio.
7. Levi, Laponia finlandesa
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Para disfrutar de la nieve más pura y el aire más fresco de todas las partes habitadas del mundo (como lo mide el laboratorio meteorológico local), tenéis que ir a Levi. Esta pequeña ciudad ártica de la Laponia finlandesa está llena de cabañas de madera con carácter y está presidida por las pistas de esquí más populares de Finlandia, que celebran 20 años de la Copa del Mundo de Levi este invierno. A dos horas al norte de Rovaniemi, la capital regional y el hogar de Papá Noel, Levi tiene granjas de renos, y ofrece excursiones con raquetas de nieve y con trineos de perros husky, junto con el bosque de Halipuu, donde podréis columpiaros en una hamaca entre los árboles antes de beber un chai latte aromatizado con hierbas del bosque alrededor del fuego. Es un sitio que se encuentra fuera del radar, en el mejor sentido posible.
Consejo Time Out: En Levi es posible ver la aurora boreal en verano. A partir de agosto, cuando las noches son más oscuras, son visibles hasta el norte.
8. Bergen, Noruega
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Un verano, cuando vivía en un piso reducido y sin aire acondicionado en una ruidosa calle de Madrid, con una ola de calor que llegó a 42 grados, me fui a Noruega. Concretamente, me dirigí a la pequeña, aireada, limpia y, sobre todo, fresca ciudad de Bergen. Situada en la costa suroeste del país, la cercanía a una naturaleza espectacular la hace perfecta para unas vacaciones que combinen una escapada a la ciudad con el aire libre. Está rodeada de siete montañas, que son fácilmente accesibles y tienen muchas rutas para andar de varias longitudes, y también podéis utilizar Bergen como base para explorar fiordos y glaciares.
Consejo Time Out: Subid al funicular Floibanen, en seis minutos te deja en el monte Fløyen. Desde aquí, podréis admirar las vistas de la ciudad o continuar vuestra exploración siguiendo una de las muchas rutas para caminar.
9. Cluj-Napoca, Rumanía
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La ciudad más grande de Transilvania es sin duda la más fascinante de Rumanía, y no es poco teniendo en cuenta la competencia. El galardonado Untold Festival se lleva la mayor parte del bombo, pero en este lugar hay más que una semana de música electrónica y jolgorio desenfrenado. El centro es un museo al aire libre que cuenta la historia de la ciudad y de sus numerosos pueblos (Cluj-Napoca tiene la población húngara más grande de Rumanía) a través de monumentos, recuerdos e iglesias bastante magníficas. La numerosa población estudiantil hace que los bares tengan vida; en el otro extremo, el Jardín Botánico es una delicia. Las próximas minas de sal de Turda son una visita obligada. Después de todo, ¿cuántas veces en la vida se visitan los subsuelos más bonitos del planeta?
Consejo Time Out: El Museo Zoológico de Cluj-Napoca es una de las experiencias museísticas más inusuales de Europa y una visita obligada para cualquier persona con un mínimo interés en la taxidermia.
10. Emilia-Romaña
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La región de Emilia-Romaña recoge los mejores atractivos de Italia en uno solo: Pasead por ocho lugares patrimonio mundial de la UNESCO en la antigua ciudad de Ravenna o explorad kilómetros de pórticos medievales en la capital, Bolonia. Esta ciudad teñida de terracota que inventó las tagliatelas a la boloñesa forma un triángulo culinario que también incluye Módena, lugar del mejor vinagre balsámico del mundo, y Parma, donde las vinotecas y bares sirven prosciutto di Parma y Parmigiano-Reggiano, ambos creados en la ciudad. ¿No sois gourmets? No os preocupéis, Emilia-Romaña también es conocida como “el valle del motor”, con una pista de Fórmula 1 en Imola, dos museos de Ferrari y visitas a las fábricas de Lamborghini, Maserati, Ducati y mucho más.
Consejo Time Out: Si las visitas turísticas son demasiado, las ciudades costeras de Emilia-Romaña de Rímini y Cattolica esconden playas de arena, complejos turísticos y restaurantes frente al mar, perfectas para unos días de relax.
11. Tartu, Estonia
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Tartu, una de las tres capitales europeas de la cultura de 2024, es el centro creativo e intelectual de los países bálticos, donde la vida urbana gira en torno a su prestigiosa universidad del siglo XVII. Podéis pasear por las calles en busca de cafés y arquitectura experimental: los Archivos Nacionales fusionan influencias nórdicas y bálticas con un exterior posmoderno y la Torre del Caracol os llamará la atención por su curiosa forma de espiral. En verano, las celebraciones al aire libre se apoderan de la ciudad, como Tartuff, un festival dedicado al cine romántico, y el IDeeJazz.
Consejo Time Out: Haced un viaje navideño y visitadla en diciembre, cuando toda una ‘ciudad de Navidad’ ilumina las noches oscuras con cabañas de cristal brillantes y pistas de hielo.
12. Extremadura, España
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En un país conocido por sus playas, es difícil que un destino del interior destaque, sobre todo sin grandes ciudades. Por eso, mucha gente todavía no se ha acercado a la región occidental de Extremadura, en la frontera portuguesa. Podréis observar cerdos ibéricos deambulando por los extensos bosques de dehesa; exploraréis tres reservas naturales de la biosfera y un geoparque reconocido por la Unesco; también podréis descubrir el patrimonio de la región, como el antiguo anfiteatro romano de Mérida y el encantador barrio histórico de Cáceres. En cuanto a la comida, podréis encontrar migas abundantes, quesos de la tierra, la humilde morcilla patatera y vino espumoso de Almendralejo. Extremadura lo tiene todo… salvo masificación turística.
Consejo Time Out: ¿Os apetece un día de playa? Quizás se encuentre a kilómetros del mar, pero Extremadura tiene la costa de agua dulce más larga de cualquier región española; incluso podéis ir a la playa de la Isla del Zújar.
13. Islas Feroe
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Cuando pensáis en una isla paradisíaca, probablemente las islas Feroe, rocosas y erosionadas por el tiempo, puede que no sean exactamente lo primero que os venga a la cabeza. Sin embargo, afrontad los elementos y seréis recompensados con unas vistas de ensueño en cada rincón: cascadas, vertientes llenos de verde, pueblos pintorescos y montañas imponentes. Seis de las dieciocho islas del archipiélago están conectadas por túneles, lo que la convierte en un destino ideal para viajes por carretera. Abrochaos el cinturón por una tierra donde las ovejas gobiernan las carreteras, las cimas en forma de pirámide ofrecen excursiones abundantes y las aves marinas, las focas y las ballenas son vistas habituales a loJ largo de la costa.
Consejo Time Out: Las casas de campo Hillside cubiertas de hierba (llamadas The View) dan la sensación de despertarse en un cuento de hadas neblinoso.
14. Vilna, Lituania
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Si estáis preparados para descubrir la fascinante historia de Vilna, empezad por la colina Gediminas, que lleva el nombre del fundador de la ciudad, y disfrutad de las vistas del casco antiguo. A continuación, bajad hacia la deslumbrante Puerta del Alba, una marca del momento en que Lituania se convirtió en católica en su unificación con Polonia (juntos, formaron uno de los estados más grandes de Europa). El Distrito de la Estación, por su parte, tiene influencia del Imperio Ruso. Y en toda la ciudad, pero sobre todo más al sur, los edificios soviéticos son un extraño recordatorio del pasado oscuro de la región. Acaba de celebrar su 700 aniversario. Que vengan 700 más (pero con menos guerra, por favor).
Consejo Time Out: No os podéis perder la vida nocturna de Vilna. Desde los clubes Kablys y Loftas hasta la cárcel convertida en espacio cultural Lukiškės 2.0.
15. Banja Luka, Bosnia i Hercegovina
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Banja Luka es la capital de la República Srpska, la entidad serbia menos visitada de Bosnia y Herzegovina. La falta de tráfico turístico permite admirar la catedral ortodoxa de Cristo Salvador y la mezquita de Ferhadija tranquilamente. Sorprendentemente reconstruidas después del conflicto, forman parte de una agenda turística relajada que abarca 2.000 años, teniendo en cuenta la panorámica fortaleza romana de Kastel y las fachadas de los Habsburgo. Abundan las animadas terrazas para tomar café y a si os gusta la carne os divertiréis en los numerosos restaurantes de los Balcanes. Es un sitio asequible y, a pesar de la falta de visitantes internacionales, generalmente el personal habla inglés.
Consejo Time Out: Alojaos en el Hotel Talija por su piscina en el último piso o en el Hotel Bosna Banja Luka, un monumento de 1885.
16. Lagos Imotski, Croacia
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En la mayor parte del interior dálmata que separa Croacia de Bosnia y Herzegovina, solo encontraréis cabras y viejos habitantes deambulando por el terreno árido. Interrumpiendo este paisaje parecido a la luna, dos lagos brillantes que reciben el nombre por el color de sus aguas, bordean la ciudad solitaria pero próspera de Imotsky. Los visitantes llegan en coche o autobús para bañarse en el Lago Azul (Modro Jezero), donde las aguas azules alcanzan los 90 metros de profundidad en primavera, pero solo puedes remojarte los pies en verano. Cerca, el Lago Rojo (Crveno Jezero) se admira desde arriba, las tonalidades rojizas oxidadas que reflejan los óxidos de hierro decolorando las caras escarpadas de los acantilados. Los alquileres turísticos y los restaurantes modestos atestiguan la creciente popularidad de Imotski.
Consejo Time Out: Echad un vistazo a la iglesia de la Virgen de los Ángeles a la entrada de la antigua fortaleza de Topana, construida en el siglo XVIII.
17. Dordrecht, Países Bajos
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Tan histórico y pintoresco como el centro de Ámsterdam, pero sin tantos turistas. Dordrecht es el lugar perfecto para una escapada a una pequeña ciudad holandesa. Subido a una ancha curva del río Oude Maas, su puerto medieval es bonito como una caja de bombones. Hay abundancia de Viejos Maestros de la pintura en el venerable Museo Dordrecht y tiendas y restaurantes independientes a lo largo del precioso tramo de Groenmarkt, mientras que el centro cultural de Energiehuis y el restaurante del jardín de Villa Augustus (un hotel fantástico en una torre de aguas reconvertida) merecen un paseo desde la ciudad.
Sugerencia: Si estáis tiempo suficiente para salir de la ciudad, el parque nacional más grande de los Países Bajos, el Biesbosch, está muy cerca y es fácil ir con un viaje idílico en barco de medio día.
18. Las Landas, Francia
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Entre Burdeos (al norte) y País Vasco (al sur), el 65% de las Landas están cubiertas de pinos marítimos, cuyo olor todavía me transporta a las vacaciones infantiles, cuando verano tras verano las pasaba en un camping de la región. La zona también tiene más de 100 km de costa atlántica y algunos lagos importantes, por lo que el surf, el kitesurf, el stand-up paddle y el kayak están a vuestra disposición si buscáis unas vacaciones activas (si preferís hacer ejercicio de secano, también hay 300 km de carriles bici). ¿Queréis algo más relajante? La pequeña ciudad de Dax es famosa por sus balnearios, o también podéis echar un vistazo por los viñedos del este de la región.
Sugerencia: Técnicamente, la Dune du Pilat se encuentra justo después de la frontera norte de la región, pero la duna de arena más alta de Europa, con vistas al Atlántico y al bosque extenso, sigue siendo una visita imprescindible para las personas que visitan la zona.
19. Islas de Scilly, Reino Unido
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Si no sois del Reino Unido, es muy probable que no hayáis oído hablar nunca de las Islas Scilly, un archipiélago tranquilo frente a la costa de Cornualles (para ser honestos, incluso la gente del Reino Unido no lo conoce mucho). Pero se puede llegar fácilmente con Skybus desde Land’s End, igual de encantador, y se puede pasar prácticamente todo el día en la naturaleza, con varias paradas para tomar algo en pequeños pubs. Aseguraros de no saltaros el extravagante Mermaid’s Inn o el Turk’s Head, justo en el agua, que probablemente tiene una de las mejores cervecerías al aire libre del país. Con kilómetros de playa virgen y calas escondidas, es ideal para una escapada a la orilla del mar como nunca os habíais imaginado.
Consejo Time Out: Podéis reservar sesiones de esnórquel en grupo en St Martin’s cualquier día de la semana, donde podréis ver de cerca el magnífico Ganilly Sand Bar.
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20. Pamukkale, Turquía
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Pamukkale, vecina de la antigua ciudad balnearia romana de Hierápolis, es una ciudad conocida por las aguas termales ricas en minerales que fluyen por terrazas de travertino blanco en una colina. Este lugar Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO es de piedra caliza nevada y luminiscente, formada naturalmente a lo largo de miles de años. Su nombre turco se traduce adecuadamente como ‘castillo de algodón’. Los viajeros pueden bañarse en las piscinas de travertino o simplemente pasear y disfrutar de la maravilla. Cuando estéis en la ciudad, también podéis deteneros por algunas de las ruinas romanas de Pamukkale, como el anfiteatro, bien conservado, y la antigua piscina romana.
Consejo Time Out: ¿Tenéis ganas marcar una cruz en vuestra lista de deseos? Dad un paseo en globo aerostático y disfrutas de las vistas desde el cielo.
21. Ponza, Italia
Ponza, un paraíso en la playa para los romanos que escapan de la capital en verano, ha pasado desapercibida por los viajeros internacionales que acuden a las islas italianas más conocidas, como la isla de Capri, Sicilia y Cerdeña (incluso desde de Roma y Nápoles es un viaje fácil en ferry). La vida en esta isla rocosa de cinco millas está regida por el agua: la gente se baña en piscinas naturales y se sumerge en las antiguas grutas; los bañistas llenan playas de arena en calas en forma de media luna. Los comensales disfrutan de marisco fresco en los restaurantes del puerto (casi podréis sentir el mar repicar a vuestros pies en La Marina de Cala Feola, donde las mesas se extienden sobre las rocas con la marea baja).
Consejo Time Out: Combinad Ponza con un viaje a la ciudad costera de Terracina, otro de los destinos costeros de Italia, que se encuentra a solo una hora de distancia en ferry.
Fuente: TimeOut